Subdirectores al 100%

      Para saber valorar la función que hoy desempeñamos en nuestro centro de trabajo, debemos de recordar por lo que hemos pasado para llegar ahí. Platícanos cómo fue que descubriste tu vocación por la DOCENCIA.

     En realidad, nadie sabemos a dónde nos llevará el destino ya que cuando eliges una carrera universitaria sin recibir una adecuada orientación vocacional, es frecuente que tus referentes sean muy variados. Lo que estudiaron tus padres, la carrera que eligió tu grupo de amigos más cercanos en el bachillerato, lo que estaba de moda en ese momento o alguna de las pocas opciones que había cerca de tu casa.

En mi caso, en 1987 había un verdadero boom por la informática o lo que tuviera que ver con el manejo de las computadoras y aunado a que era extremadamente difícil ingresar al Tecnológico de Culiacán a la Licenciatura en Informática pues supuse que era una buena elección.

En el quinto semestre informé a mis padres que la carrera no era lo que yo esperaba y que quería iniciar de nuevo en la Licenciatura en Diseño de Modas, el pequeño problema es que no existía esa carrera en Culiacán, lo cual implicaba un gran gasto para mis padres. Sin embargo, me dijeron que, si terminaba Informática y me titulaba, me apoyarían para que pudiera estudiar en Monterrey. Y así fue, terminé la carrera lo más rápido que pude, lo cual fueron 8 semestres y mientras hacía los trámites para la titulación conseguí mi primer empleo como profesora de computación en un colegio de esta ciudad.

Nunca imaginé que ese sería mi inicio en la docencia ya que lo que sería un empleo temporal me fue cautivando. Después se necesitó una profesora de Física y después de matemáticas. Así que, mis prioridades cambiaron e ingresé a la Licenciatura en Educación con especialidad en matemáticas en el Centro de Actualización del Magisterio. Todo funcionaba perfectamente con excepción de que no había forma de ingresar al servicio en la educación pública, un círculo de conexiones y relaciones muy cerrado para quienes no tenemos contacto alguno con ese medio.

Fue en 2008 cuando la Alianza por la Educación convocó por primera vez a un examen de oposición y en donde podíamos participar cualquier profesionista que tuviera interés en ingresar al servicio. Sin duda alguna, mis 18 años trabajando en colegios rindieron su fruto, pues estaba preparada para presentar dicho examen. Ya no tendría que temer que no me recontrataran cada inicio de ciclo escolar. Ya no más abuso de propietarios que se sienten directores expertos en educación. Ahora podría tener servicio médico para mi y mi familia y cotizar para una vivienda. La formación que recibí durante todos esos años en la escuela privada me brindó los elementos necesarios para llegar y quedarme en la escuela pública, por lo que para nada fue un tiempo perdido, fue tiempo invertido.

Fue entonces como año tras año participé en 5 ocasiones hasta completar 40 horas en secundarias técnicas y en a asignatura de matemáticas. Mi recorrido fue de bastantes kilómetros, desde El Espinal, Elota hasta Culiacán, pasando por El Dorado y Villa Juárez. Una gran experiencia. En cada población, mis compañeros me recibieron muy bien, en otras no tanto. Definitivamente, las cuestiones sindicales no terminaba por entenderlas.

Pude entonces convivir con alumnos que eran distintos en cuanto a condición social y económica. Sin embargo, con las inquietudes propias de la adolescencia a quienes había que enamorarlos de las matemáticas. Grandes momentos en todas y cada una de las escuelas que me arroparon como un integrante más del colectivo, por lo que mi agradecimiento siempre será eterno.

La aventura aún no termina, no conforme en 2015 presenté el primer examen para la función directiva y debido al resultado, me encuentro desde entonces en esta función, la cual me encanta. Aún me faltan más peldaños, pero todo a su tiempo.

Mtra. Mónica Chin Rodelo

 



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